GUÍA TURÍSTICAhoja-peq

CASAVIEJA

El origen de Casavieja se sitúa en el siglo XI cuando, en pleno proceso de reconquista, se ordena la repoblación del valle del Tiétar y empiezan a surgir distintos núcleos de población. Sin embargo, el hecho definitivo para la formación de Casavieja fue, sin duda alguna, la concesión a La Adrada de la Dehesa de Avellaneda por parte del Concejo de Ávila. Este terreno comprendía «los montes, dehesas, pastizales, tierras de la dehesa de la Encinosa, Gamonal… pertenecientes a los términos de Casavieja, Piedralaves, Sotillo, La Adrada, Ca-sillas, La Iglesuela…». De este modo, Casavieja pasa a depender de La Adrada y del posterior marquesado que surgió en torno a esta localidad hasta 1662, fecha en que se le concede la Carta de Villazgo, por la que pasa a tener jurisdicción propia.

 

El conjunto de casas de este pueblo es muy similar al de otros municipios serranos situados en las faldas de Gredos, tanto en trazado como en tipología constructiva. Un trazado irregular y adaptado a los accidentes e inclinación del terreno en el que se asientan viviendas de baja altura (2-3 plantas) construidas con una mezcla de mampuesto, adobe y madera. Todavía se aprecian entre su caserío remozado y modernizado algunos edificios tradicionales con sus originales balcones y aleros volados. Como edificio sobresaliente destaca la iglesia parroquial de San Juan Bautista (s. XVI-XVIII).

Casavieja
EL CASTILLO DE LA ADRADA

En lo alto de una colina, y sobre restos de un castillo que fue estancia temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, se alza el castillo de La Adrada, que fue restaurado hace no mucho. Según se relata en el libro «Castillos de Segovia y Ávila» de Javier Bernad Remón, el origen de este castillo es de finales del siglo XIV cuando el rey Enrique III concede la villa de Adrada al Condestable Ruy López Dávalos, quien debió lo mandó edificar de sillería y mampostería granítica aprovechando los restos anteriores o incorporando una iglesia, sirviendo como lugar de esparcimiento de la realeza y nobleza castellana que encontraban en los hermoso valles y montes que le rodean abundante caza, más que para acciones guerreras. En fin, un lugar que merece ser visitado.

Castillo de la Adrada
CALZADA ROMANA

Empieza en Cuevas del Valle y llega hasta el puerto del Pico. Tiene un enorme valor histórico pues ha servido para poner en comunicación, a través de la sierra a lo largo del tiempo, a las tierras llanas de la meseta Norte con el valle del Tiétar, y a través de éste con las tierras de Toledo y Extremadura. Utilizada posiblemente desde tiempos prehistóricos, fue una calzada romana que servía para conectar la fortaleza de Abula con el eje vial Emerita Augusta-Complutum- Caesaragusta a la altura de Caesarobriga, comunicando las dos mesetas. Fue después ruta estratégica de la trashumancia, tramo importante de la cañada Occidental Leonesa, por donde han subido y bajado desde la Edad Media y aún suben y bajan los ganados que marchaban desde los extremos a la sierra a comienzos de verano y desde la sierra hasta los extremos a comienzos del invierno.

 

Al valor histórico del camino se añade el valor del trazado y de la conservación de la calzada  en el tramo en que salva los desniveles del puerto del Pico: Su trazado está formado por tramos rectos, de fuerte pendiente, unidos por curvas muy cerradas que hacen ganar altura en poco trecho.

Calzada Romana
ARENAS DE SAN PEDRO

Se trata de un bonito pueblo en un entorno precioso, es capital de la comarca del Valle del Tiétar, y su población de algo más de 7.000 habitantes, por lo que es un sitio animado, con multitud de servicios, tiendas, hoteles y restaurantes. En el Castillo de la Triste Condesa vivió Don Alvaro de Luna, allí también está el Palacio del Infante Don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, y el Convento de San Pedro de Alcántara, en un paraje natural espectacular, además, a las afueras del pueblo, hay un precioso puente medieval de piedra sobre el río.

Arenas de San Pedro
CURIOSIDADES

El Jardín Botánico del Tiétar  está situado en el lado izquierdo de la carretera que une La Adrada con Piedralaves. Tiene más de mil especies autóctonas y de otros lugares del mundo.

www.jardinbotanicotietar.blogspot.com

918 671 333 · 659 734 775

 

Si queréis ver cómo se hace el queso del valle, que es conocido como montenebro, y que se hace con leche de cabra, podéis visitar la quesería tradicional de La Adrada, está situada justo al final del pueblo y señalada con un cartel en la cuneta derecha de la carretera CL-501

91 867 08 76

 

El Bosque Encantado es según los propietarios “un jardín botánico único en Europa”. Hay esculturas vivientes y más de 500 especies vegetales de todo el mundo. Está en San Martín de Valdeiglesias.

Si queréis más información: www.bosqueencantado.net

El Bosque Encantado
LO QUE NO DEJARÍA DE HACER

Dar una vuelta por la presa del Castaño y por la Charca de las Cabras.

 

Ir a comer cochifrito en la Iglesuela.

 

Si es verano ir a la Charca de la Nieta en Piedralaves, unas pozas naturales que están muy animadas durante la temporada estival y en las que hay un bar. Eso sí, el agua está un poco fría. Si continuamos por esa carretera se llega a la presa del Horcajo, un lugar que no olvidaréis.

 

Visitar Piedralaves, que es quizás el pueblo más bonito de la zona. En su plaza se puede comprar vino casero.

Charca de la Nieta
PUEBLOS CERCANOS

Candeleda: A los pies del Almanzor, merece la pena visitar su casco antiguo repleto de casas encaladas con balcones de madera, la ermita de San Blas, la parroquia, el antiguo hospital, etc. En sus alrededores, el castro celta de El Raso, el santuario de Chilla, numerosas gargantas de aguas cristalinas y parajes naturales.

 

Guisando: Declarado Conjunto Histórico Artístico, destaca la arquitectura popular típicamente serrana que pervive en su casco urbano; la Fuente Grande; la Casita Blanca y la iglesia parroquial. En sus alrededores, multitud de parajes demuestran que la sierra de Guisando ofrece el Gredos más agreste y salvaje, en invierno incluso a veces inaccesible.

 

Mijares: Es uno de los pueblos más cercanos a Casavieja. La referencia histórica más antigua la encontramos en el “Libro de las Monterías” escrito por Alfonso XI entre los años 1342 y 1350. Pero, sin lugar a dudas, el dato histórico más importante es el Título de Villa. El Rey Carlos II, el 14 de octubre de 1679, concedió a la Villa jurisdicción civil y criminal, alta y baja en primera instancia, con término propio. Destaca la iglesia, dedicada a San Bartolomé apostol y el edificio del ayuntamiento que fue construido en 1792.

 

Lanzahíta: Tiene un entorno natural espectacular que permite al visitante disfrutar de paseos por las gargantas, con zonas de baño; hacer senderismo o montar en bicicleta de montaña por diferentes rutas con perfiles muy variados en función de la dificultad del trayecto, realizar paseos a caballo o disfrutar de su gastronomía.

 

Gavilanes: El pueblo aún conserva bellos rincones por la arquitectura de carácter popular y el trazado irregular propio de un pueblo serrano, que produce en cualquier calle perspectivas poco habituales para el habitante urbano; pasear por él es, en cualquier época, un puro deleite por las panorámicas que desde su situación se contemplan.

 

Mombeltrán: Capital de la subcomarca del Barranco de la Cinco Villas, su patrimonio histórico refleja su noble pasado. Merece la pena visitar su afamado Castillo, el Hospital de San Andrés, la Iglesia de San Juan Bautista, la ermita de la Soledad, la cruz del rollo, etc. En sus alrededores, la belleza natural del Barranco de las Cinco Villas, una zona ideal para la práctica de cualquier deporte en contacto con la naturaleza.

 

La Adrada: Pueblo de gran belleza que posee un castillo monumental, una importante iglesia, cinco puentes medievales, la ermita de La Yedra y casas Blasonadas a lo largo de la Calle Larga. En sus alrededores, hermosas chorreras de agua como las del Charco de la Hoya o la Yega.

 

Piedralaves: Situado en el Alto Tiétar, allí hay que visitar la Cruz de los Enamorados, la Iglesia de San Roque, la de San Antonio de Padua, la primitiva Iglesia de la Concepción, el Ayuntamiento y la garganta de Nuño Cojo. En sus alrededores, está el charco de la Nieta.

 

Sotillo de la Adrada: Es el pueblo más grande del Alto Tiétar, allí merece la pena visitar la Parroquia de la Santísima Trinidad, la ermita de Nuestra de Señora de los Remedios, la Fuente de los Cinco Caños, etc.

 

Madrigal de las Altas Torres: Es la cuna de Isabel la Católica, de su pasado histórico dan fe sus múltiples monumentos: la muralla, la Iglesia de San Nicolás de Bari, la de Santa María, el Palacio de Juan II (casa natal de la reina y convento), el Real Hospital, etc. Y cerca, la Iglesia de Blasconuño de Matacabras.

 

Fontiveros: Cuna del gran místico San Juan de la Cruz, merece la pena visitar la iglesia dedicada al santo, así como la de San Cipriano; el palacio de Don Jerónimo Gómez de Sandoval; el convento de las Monjas, el Convento de Santa Catalina, etc.

 

Piedrahíta: Su historia entronca con la de la Casa de Alba, de ahí que uno de sus monumentos sea el Palacio de los Duques de Alba. También hay que visitar la Plaza Mayor, la iglesia, el Convento de las Carmelitas Descalzas, la Torre del Reloj, etc. En su entorno, Bonilla de la Sierra, Villafranca, etc.

 

El Barco de Ávila: Además de degustar sus afamadas judías, merece la pena visitar el Castillo de Valdecorneja, el Puente Románico, la calle Mayor, la iglesia parroquial, la Plaza Mayor, la ermita de San Pedro del Barco, la Casa del Reloj, la muralla y su puerta del Ahorcado.

 

Hoyos del Espino: Situado a escasos kilómetros de la plataforma, el principal punto de acceso al Macizo Central de Gredos. En su casco urbano, hay que visitar la iglesia parroquial, le ermita de Nuestra Señora del Espino y el Puente del Duque. En los alrededores, los parajes del Tormes recién nacido, la Laguna del Cantagallo, Siete Fuentes y mil alternativas de ocio activo en pleno contacto con la sierra que domina el paisaje.

 

San Juan de Gredos: Municipio formado por tres pueblos: La Herguijuela, Navacepeda de Tormes y San Bartolomé de Tormes, en los que destacan sus iglesias parroquiales y sus rincones típicos serranos. En sus alrededores, el Paraje del Charco de las Paredes sobre el río Tormes.

San Martín de la Vega del Alberche: Destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad y la de San Martín Obispo, la fragua, el potro de herrar, el puente de Arriba, el puente Herrán, el puente Viejo, toda la arquitectura típica que pervive en el casco urbano, en la que destacan las majadas, los corrales, los portones, los molinos, etc. En sus alrededores, se encuentra el nacimiento del río Alberche.

 

Cebreros: Además de probar sus vinos y de disfrutar de su Carnaval, no hay que dejar de visitar la iglesia parroquial dedicada a Santiago; la Iglesia Vieja, en la que está el Museo de Adolfo Suárez y la Transición por ser este el pueblo que le vio nacer. Además, en Cebreros destacan la Picota, el Puente de Valsordo y la ermita de la Virgen de Valsordo.

 

El Tiemblo: Además del pantano de El Burguillo, hay que visitar la iglesia, la ermita de San Antonio, el Ayuntamiento, los hornos de las Tinajas. En su entorno, los Toros de Guisando, el Castañar de El Tiemblo y un sinfín de rutas naturales.

 

El Hoyo de Pinares: Rodeado de un mar de pinos, hay que visitar la iglesia de San Miguel Arcángel, así como los rincones y calles típicas. En los alrededores están restos de la antigua ermita de Navaserrada, merendero y embalse de Becedas.

 

El Barraco: En el casco urbano, hay que visitar el Ayuntamiento, la iglesia parroquial y la ermita de la Piedad. En el entorno, el pantano de El Burguillo y el Puente del Visillo, los despoblados medievales y Puente Nueva, entre otros lugares emblemáticos del municipio. Ángel Arroyo, el «Chava» Jiménez y Carlos Sastre -todo del pueblo- demuestran la tradición ciclista de Ávila.

 

Las Navas del Marqués: En el casco urbano hay que visitar el Castillo de Magalia, el convento de Santo Domingo y San Pablo, la iglesia de San Juan, la de Nuestra Sra. de la Asunción y la ermita del Cristo de Gracia. En sus alrededores, repletos de pinares, sobresalen la Ciudad Ducal y su lago, así como numerosos parajes en los que practicar senderismo.

 

Navaluenga: Situado a la orilla del río Alberche, hay que visitar la iglesia parroquial, el Puente Románico, el potro de herrar, las ermitas de la Merced y de San Isidro, las distintas fuentes y pozos. En los alrededores, gargantas de Pañaltar y de Lanchamala, castañar de la Pedriza, piscina natural, rutas de senderismo y bicicleta.

 

Navalperal de Pinares: Merece la pena visitar la plaza Mayor, la iglesia parroquial y el Museo Etnográfico «El Lavadero», abierto en invierno los viernes de 17 a 19 horas y los sábados, domingos y festivos de 12 a 14 y de 17 a 19 horas.

 

Burgohondo: Tierra de exquisitos melocotones donde hay que visitar la Abadía, el puente de Puente Arco, la ermita de San Roque, la ermita de los Judíos, la Plaza Mayor cuadrada. En sus alrededores, numerosas zonas de baño en el río Alberche, Puente Nueva, Tabla de los Abades y rutas de senderismo.

 

Solosancho: Hay que visitar las iglesias parroquiales de Solosancho y Villaviciosa, el Castillo de Villaviciosa. En los alrededores, el castro vetón de Ulaca, con su altar de los sacrificios; el Castillo de Manqueospese, el despoblado visigodo de Navasangil y el merendero de Riatas.

 

Villatoro: Se puede visitar al iglesia parroquial de Villatoro, los tres verracos celtas situados en la Plaza Mayor, el Castillo y el Ayuntamiento. En sus alrededores, la belleza de su monte, comienzo del Valle de Amblés donde nace el río Adaja, contrastando con los piornales y enebrales rastreros y ausencia casi total de vegetación arbórea en la cara sur, donde se encuentra el pico más alto de la Paramera, la Serrota (2.294 metros).